“DEFENDÍ MI VIDA PORQUE SENTÍ DE CERCA LA MUERTE”
En la anteúltima jornada del juicio en su contra por matar a tiros con su pistola 9 mm a un ladrón que intentaba robarle el auto en su casa de San Martín, el médico Lino Villar Cataldo decidió declarar como imputado. Apeló a la emoción para comenzar, una introducción sencilla. Dijo su nombre, su edad, sus orígenes humildes.
“Nací en Paraguay y vine en el 69 a la Argentina. La situación de Paraguay era muy difícil. La intención de mis padres era que estudiáramos. Siempre quise ser médico desde muy chiquito pero no sabía si lo iba a ser porque era muy pobre. Vivía en una villa miseria. Les dije a mis padres que me apoyaran, que yo iba a solventarme. Empecé a estudiar en la Universidad Nacional de La Plata. Además de médico soy zapatero y seguí siendo zapatero, en vacaciones agarraba el diario y lo único que hacía era buscar trabajo. Mis papás me inculcaron la cultura del trabajo y el respeto hacia el semejante”, aseguró. Citó a su padre, que según él solía decir: “Hay que respetar para ser respetado”.
Villar Cataldo continuó su historia. Contó cómo tuvo a su primer hijo mientras todavía vivía en un asentamiento, cómo pudo salir de la villa gracias a un amigo que tenía un Renault 12, que manejaba el médico como taxi, cómo llegó al barrio Libertador “ladrillo por ladrillo” y atendió gratis a sus vecinos.
Luego, habló del hecho.
En la audiencia del martes, Villar Cataldo sufrió un fuerte revés en el juicio por jurados que se lleva a cabo en el Tribunal Oral Criminal Nº 3. Durante los últimos tres años, el médico contó cómo había matado a Ricardo “Nunu” Krabler, el delincuente que le robó su auto en plena noche con algo que parecía un pistolón en la mano, cómo rodó hasta el cantero de su casa, tomó su Bersa 9 mm y le disparó cuatro veces desde el suelo a Krabler.
Sin embargo, Leticia Pons, la perito balística de la Policía Bonaerense que intervino en la causa, aseguró lo contrario: afirmó que las balas fueron de arriba hacia abajo en su trayectoria. Otra perito oficial que declaró hoy poco antes de Villar Cataldo presentó diagramas y aseguró que los disparos “ocurrieron a una distancia de ochenta centímetros a un metro” entre víctima y victimario. Las especialistas también determinaron que lo que parecía un pistolón no eran más que caños soldados “sin capacidad de disparo”. Su posición también fue llamativa: estaba debajo de Krabler en el asiento, lo que indicaría que se sentó encima de su arma en su apuro por huir con el auto.
Villar Cataldo se justificó. Dijo que se compró un arma “por culpa de la inseguridad” y que fue “asaltado siete veces”. “El arma no la tuve para dañar a alguien o asaltar. Fue una defensa contra la inseguridad. Si fuera un delincuente más no les estaría haciendo perder el tiempo a ustedes, señores del jurado. Estaría en una cárcel”, dijo.
Luego, reconstruyó la secuencia, con el arma ya en el cantero: “Cuando vuelvo al auto veo que alguien viene de manera peligrosa y recibo un golpe con el pistolón en la cabeza. Me tiró violentamente fuera del auto y cuando estaba en el piso se me nubla todo. El delincuente tenía 24 años, las diferencias físicas eran muy grandes”.
“Él subió a mi auto, arrancó y me arrolló las piernas. Sentí un terrible dolor en las rodillas. En lugar de irse volvió para adelante para pisarme y por miedo tomé el arma del cantero. No me iba a quedar acostado. No me acuerdo cómo me incorporé a disparar. No lo puedo decir”.
La desmentida a su versión también motivó palabras al respecto. Villar Cataldo apuntó: “En la indagatoria me hicieron decir con las repreguntas que yo tiré desde el piso. No tengo la gimnasia de esto. Insistieron y terminé diciendo algo que yo no quise decir. Por mis lesiones me internaron. Estuve esposado en la camilla con dos policías. Siempre quise declarar, decir la verdad”.
Y siguió: “Efectué los disparos porque sentí que me moría, que me mataban. Todo el tiempo tuve miedo de que me mataran. Me amenazó y me dijo ‘te voy a matar, hijo de puta’ mientras era apuntado con un pistolón. El primer disparo no sé cómo lo hice. Lo único que atiné fue a salir corriendo. No pensé ni dónde ni cuántas veces disparé. Me dio terror ver el arma con la que me apuntaban. Por mis problemas coronarios cuando me apuntaron pensé que si no me moría ahí me moría después. Todo duró 5 segundos. No tuve intención de matar a nadie, ni de que me mataran. Yo mismo llamé al 911. Defendí mi vida porque vi de cerca a la muerte”.
La jornada fue tensa: la fiscal de juicio lo cruzó mientras se exhibían imágenes de cámaras de seguridad, que no mostraban el hecho. “Si no puedo preguntar de lo que se muestra, entonces no tengo más preguntas”, dijo la fiscal. Así, Villar Cataldo se retiró. Lo acompañó Juan Carlos Blumberg, que también asistió al juicio ayer, junto a su abogado Diego Szpigiel y algunos familiares. No hubo vecinos ni curiosos con pancartas.
Hoy, según fuentes del tribunal, llegarán los alegatos de las partes que incluyen la querella de Silvia, la madre de Krabler, que darán paso al veredicto tras la deliberación del jurado, que podría producirse hoy también.