MAR DEL PLATA SUFRIÓ TEMPORAL DE VIENTO Y GRANIZO
Algunos recién estaban llegando a la playa en una tarde espectacular, con 27 grados de temperatura y el sol brillando en un cielo limpio. Pero el mar, como si se tratara de un presagio, estaba agitado: las olas eran altas y rompían con fuerza. Repentinamente, cerca de las tres de la tarde, una cordillera de nubarrones grises se aproximó rápido desde el sudeste y encapotó Mar del Plata.
Y en no más de diez minutos la azotó con una descomunal tormenta de agua, viento y granizo que provocó serios daños en viviendas y autos, y dejó algunos heridos. Ninguno revistió gravedad, a pesar de la violencia y el tamaño de las piedras de hielo, grandes “como pelotitas de golf”, contaron los vecinos afectados.
Aunque ayer se había anunciado una desmejora para la noche, ningún informe meteorológico había hecho anticipado a una tormenta de granizo. La base del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) local, en el aeropuerto de Camet, carece de radar para detectar la severidad con que puede desarrollarse un temporal. Por eso no hubo alerta. El radar más cercano está en el aeropuerto de Ezeiza.
La tormenta, en total, no duró más de una hora. “De esas que nacen, crecen, se desarrollan y mueren en menos de dos horas.
Una típica tormenta tropical ”, aseguró a Clarín el meteorólogo Pedro Mazza. Aunque fue suficiente para generar un caos. “Ya hubo algunas –la última, también muy fuerte, ocurrió el 26 de diciembre pasado– y habrá otras”, pronosticó.
La descarga más feroz afectó al centro de la ciudad, pero también a los barrios que quedaron al paso de la tormenta cuando fue deshaciéndose hacia el norte, como Perla Norte, Parque Luro y Constitución. “Paré la moto en la estación de servicio de Constitución y la costa, porque de pronto comenzó a granizar. Ya había otros protegiéndose, cuando vino lo peor: entre el viento y los golpes de las piedras el ruido era increíble, era como estar parado al lado de la turbina de un avión ”, describió Fabián, que encontró refugio a tiempo.
Otros no tuvieron la misma suerte y fueron alcanzados por la pedrada. En el Hospital Móvil que instaló el Ministerio de Salud bonaerense en la Plaza Colón, la que da a la salida de las playas del centro, atendieron a 17 personas con cortes y contusiones, todos mayores. Dos de ellas se resbalaron y cayeron mientras corrían bajo la granizada: uno se fracturó el húmero y el otro el tobillo. Además, a un joven una piedra de hielo le produjo una leve fractura de cráneo.
La base local del Servicio Meteorológico explicó el fenómeno. A través de un informe, detalló que “entre la tarde y la noche del sábado pasó un frente de aire frío, con la humedad que quedó en el ambiente y la máxima de hoy, que estuvo sobre los 27 grados, se desarrollaron nubes que generaron chaparrones costeros. Algunos dieron lugar al granizo”. Al momento en que se originó la tormenta, a las 15.14 según los registros del SMN, el viento soplaba a 32 kilómetros por hora, aunque las ráfagas alcanzaron los 45 kilómetros.
Todos los ventanales de los 14 pisos del edificio del Banco de la Provincia de Buenos Aires en pleno centro, en peatonal San Martín y Córdoba, fueron despedazados. La Policía, junto a Tránsito y Defensa Civil, cortaron el paso a vehículos y peatones allí y en distintas esquinas con inconvenientes similares. En Moreno y San Luis algunos vecinos controlaban que la gente se desviara: el viento hacía oscilar pedazos de vidrios en el tercer y cuarto piso de un edificio, apenas sostenidos por los marcos de las ventanas. En la otra esquina, Gastón Abreu y Juan Elvira, a cargo del estacionamiento “La Cruz”, barrían los pedazos de hielo acumulados en la vereda, y lamentaban los daños: vieron como 400 metros cuadrados de media sombra fueron deshechos por el temporal.
“ Eran como pelotitas de golf, nunca vi algo igual ”, explicaba Elvira. “Como huevos de gallina”; “como pelotitas de ping pong”, describieron otros. Lo cierto es que hubo piedras de entre cuatro y cinco centímetros de diámetro, llovidas con una violencia suficiente como para romper parabrisas y tejados. Luego de la lluvia, los vecinos salieron a reconocer los daños, y encontraron las calles tapizadas de verde y blanco, por el hielo y las ramas de los árboles. El cielo volvía a abrirse apenas una hora después, el sol brillaba y ya con 21 grados, muchos, luego del histórico intervalo, volvieron a la playa, a pesar de que el pronóstico ya auguraba fuertes vientos para el resto del día.