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CAYÓ EL ASESINO DE LOS TRONCOS: HABLÓ UNA DE LAS VÍCTIMAS

“Todavía tengo mucho miedo, má. Cierro los ojos y lo veo a él”. Aterrada, envuelta en vendas, con los ojos morados y el dolor interminable de haber perdido a su hija de 7 años, Roxana Cristaldo habló anoche por primera vez con su mamá, y lloró. Por su nena, por ella, por lo que tuvo que vivir. El jueves de la semana pasada su ex pareja,
Martín Jerez, asesinó a cuchillazos la pequeña Milagros y atacó e hirió a Roxana y a su hermana en un ataque de celos, porque ella quería terminar la relación. Ayer Jerez fue detenido.“Roxana está muy sensible. Llora cada dos minutos. Y le pide a Dios que cuide de Milagros”, contó a Clarín su mamá, María. “Se relajó cuando le dije que Martín ya está detenido. Es un alivio para ella, porque cada ruido que escucha en la puerta o de algún médico que se acerca piensa que es su ex que viene a terminar lo que había empezado”, agrega. Roxana sigue internada en terapia en un hospital de Pacheco, donde se recupera luego de haber sido operada por la puñalada que recibió en el cuello.
Ayer Jerez, que había escapado después del feroz acto de violencia y estaba prófugo desde entonces, fue detenido por la Policía en Ciudadela, partido de Tres de Febrero.
Voceros de la fuerza contaron que el lugar es una pensión que funciona como “aguantadero”, cuya dueña es una mujer de nacionalidad brasileña y donde Jerez habría buscado
refugio luego del homicidio de la nena. Sandra Cristaldo, hermana de Roxana, también fue víctima de la furia de Jerez aquella mañana. Recibió diez cuchillazos en la mano derecha, siete en la izquierda, y otros tantos en el cuello, la cabeza y el pecho. Tiene 19 años y los brazos de una bailarina, pero el vigor de un león.
Se desmayó, simuló haber estado muerta –para que no la siguieran apuñalando–, intentó reanimar a su sobrina y llamó a la Policía. Todo eso vivió Sandra. “Me puse muy contenta cuando me enteré por la tele de que lo agarraron. No podía aceptar que mi sobrina ya no esté, y que mi hermana y yo estuviéramos al borde de la muerte mientras este asesino andaba suelto por ahí. Tiene que pagar por todo lo que nos hizo”, cuenta sin quebrarse acompañada por María, que vino desde Misiones, donde vive, para ver a sus hijas.

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