CONDENAN A DOS SUBCOMISARIOS POR COIMAS
Dos ex subcomisarios de la Policía bonaerense fueron condenados hoy a nueve años de prisión por haber cobrado como coima 10.500 pesos y la transferencia de un vehículo para liberar a un ladrón de autos en la comisaría de la localidad de Villa Adelina.
Fuentes judiciales informaron que se trata de Marcelo Gustavo Godoy (45) y Pablo Javier Sosa (40), quienes recibieron esa pena al término de un juicio realizado en el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de San Isidro.
Ambos fueron encontrados responsables de “extorsión en concurso real con encubrimiento en modalidad de favorecimiento personal triplemente agravado por su calidad de funcionario público, ánimo de lucro y por ser consecuencia de un hecho especialmente grave”.
En la sentencia, los jueces Gonzalo Aquino, Alberto Ortolani y María Elena Márquez calificaron a los dos jefes policiales como “delincuentes de uniforme” y los inhabilitaron por el mismo tiempo de la condena para ejercer cargos públicos.
Al momento de aplicar la pena, consideraron como agravantes que los imputados eran dos oficiales jefes, que la extorsión y el pago se hicieron “puertas adentro de una seccional policial”, lo que permitió mayor “impunidad”, y el daño causado a la administración de justicia.
También tuvieron en cuenta que al detenido que luego liberaron, lo golpearon y colgaron de los pies dentro de la comisaría y el riesgo potencial que implicó sacarlo de la cárcel sabiendo que había estado preso por cometer “delitos violentos”.
El TOC 1 también condenó a Juan Pablo Farías (36), sindicado como testaferro del subcomisario Godoy, a 6 años de prisión, al hallarlo “partícipe necesario” de extorsión y coautor de encubrimiento.
Además, los magistrados ordenaron extraer testimonios para que se investigue la posible comisión de delitos por parte de otros policías de la seccional 8va. de San Isidro (Villa Adelina) que se cree que encubrieron a sus jefes.
Las condenas fueron apenas un año menores a las solicitadas durante los alegatos por el fiscal de San Isidro que hizo la instrucción, Patricio Ferrari, y su colega Claudio Scapolán, quien habían reclamado 10 años para los subcomisarios y 7 para Farías.
Esta causa es el desprendimiento de otra que se inició con el robo a un empresario en su casa de San Isidro, siguió con la detención del entonces jefe distrital de esa zona -el comisario inspector Raúl Papa-, acusado de encubrir a los delincuentes, y siguió con el desbaratamiento de la denominada “Banda de los Rosarinos”, que robaba autos en el conurbano para desguazarlos o “reempapelarlos” y venderlos en la ciudad santafesina.
Según la fiscalía, la extorsión policial ocurrió el 10 de mayo de 2012, luego de que la banda le robara a Silvia Irene Goldín un Volkswagen Gol en la puerta de su casa de la calle Cerrito al 3800 de la localidad bonaerense de Carapachay, partido de Vicente López, donde la mujer fue herida en la cabeza a culatazos.
Luego de ese hecho, uno de los presuntos autores del robo, Mauro “Pepino” Fabián Díaz, fue interceptado por la Policía y trasladado a la seccional de Villa Adelina donde, según el fiscal, Godoy y Sosa le exigieron 20.000 pesos para liberarlo y la entrega del Citröen C3 de su propiedad con el que fue detenido.
Toda la negociación entre uno de los subcomisarios -Sosa-, y los amigos del detenido Díaz quedó registrada en escuchas telefónicas volcadas en la causa, ya que el Nextel de Díaz estaba intervenido por otras investigaciones penales que había en curso.
“¿Cómo te va viejo?, escuchá? Bueno ahí hablaste con tu compadre, ¿no? Tiene un quilombito. Vos no le vas a poder solucionar nada, pero no te podés fijar a ver quién puede responder por este muchacho, porque va a estar un tiempito, viste”, dice el subcomisario, según las escuchas de la causa.
En el juicio, fue a declarar como testigo un amigo de “Pepino” Díaz que admitió ante el tribunal que él mismo llevó hasta la comisaría 10.500 pesos en efectivo.
Pero “Pepino” recién fue liberado a la mañana siguiente cuando fue obligado con un certificado 08 a transferirle a Farías, el supuesto testaferro del subcomisario Godoy, el Citröen C3 del detenido, que luego fue vendido en 50.000 pesos en una agencia de autos de la zona.
En las escuchas telefónicas también quedó registrado el momento en el que Díaz fue liberado y le cuenta a un amigo que “el taquero” (comisario)” se había quedado con su auto y “veinte lucas”.
En la misma conversación, relató que lo habían “gomeado” (golpeado) toda la noche y que incluso le habían hecho pagar a él la cuenta del bar donde bebieron y comieron cuando esperaban que abriera la escribanía donde hicieron el certificado 08 de su auto.