La CiudadSan Isidro

EL CONCEJAL MARTIN DESTACÓ LA IMPORTANCIA DEL VOTO A LOS 16

Las desgraciadas inundaciones sufridas en la Ciudad de La Plata, la Ciudad de Buenos Aires y en algunos barrios del partido de San Isidro entre muchos otros puntos del conurbano bonaerense activaron la solidaridad en todo el tejido social, ya sea por las donaciones materiales realizadas como por aquellas que tienen que ver con el tiempo personal empeñado por muchos voluntarios.
Hemos visto con mucha satisfacción la participación de muchísimos jóvenes identificados desde lo social, lo político y lo religioso. Más allá de las críticas pueriles y mal intencionadas de algunos, lo trascendente es el compromiso de ellos con el resto de sus compatriotas. No puede existir un país exitoso si en su fórmula no contiene el involucramiento solidario de la juventud.
En San Isidro, la juventud dio un gran ejemplo de solidaridad. Desde todos los sectores sociales, los jóvenes se han movilizado para cumplir con el pacto tácito que existe entre compatriotas, de asistirse en los peores momentos, de mostrar al otro que no está solo en la desgracia. En los colegios más exclusivos del distrito y en los barrios más carenciados, los jóvenes fueron los protagonistas absolutos de esta explosión solidaria.
Nuestro proyecto de país abogó desde el primer día por el desarrollo de una juventud movilizada e incluida en la vida política, social y económica. El crecimiento material de la población nada tuvo que ver con un “sálvese quien pueda”, sino que el Estado estuvo presente para orientar con equidad ese despegue. La juventud no fue ajena a este devenir histórico. Somos testigos de un trasvasamiento generacional en todos los órdenes; la juventud no es más sinónimo de irresponsabilidad, mote preferido del conservadurismo, sino que es sujeto protagonista de la historia.
Aquel fue un logro de Néstor Kirchner quien ya lo había expresado muy claramente antes de su fallecimiento: “A los jóvenes les digo sean transgresores, opinen, la juventud tiene que ser un punto de inflexión del nuevo tiempo”.
Así como esos jóvenes se movilizaron ante la adversidad impulsados por la solidaridad, con el mismo espíritu ingresan en la vida pública mediante una herramienta transformadora y democrática: el acceso al voto a los 16 años.
No debemos temer ese voto. El voto es una herramienta de participación que presupone en su ejercicio continuado la reflexión y la responsabilidad. No es un mal ejercicio para los jóvenes. Es una escuela de sensatez y construcción realista.
No debemos temer a la inclusión de los jóvenes en la política ni en ningún otro ámbito. No debemos temer escucharlos, ni discutir con ellos, y mucho menos apasionarnos en la construcción de un futuro que a ellos, por definición, también les concierne.

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