TIGRE EMPATÓ EN VICTORIA Y SUEÑA CON LA FINAL DE LA SUDAMERICANA
Por lo único que puede sonreír Tigre fue porque mantuvo el cero en su arco. Quizás es un objetivo chico, sí, pero a la luz de lo que fue el partido, no es un dato menor: le da vida para seguir en la Copa Sudamericana. Y la suerte parece estar del lado del equipo de Victoria. Es que le sucedió lo mismo que contra Argentinos y contra Cerro Porteño jugando como local: arrancó mal, con su rival superándolo, pero salvándose reiteradas ocasiones y rescatando un resultado.
Sorprendió el equipo colombiano con jugadores de gran manejo. Ganó la batalla en el mediocampo y, a partir de ahí, basó su superioridad. La movilidad de José Otálvaro y Mayer Candelo, que cambiaron constantemente de posición, enloqueció al doble cinco de Tigre (Gastón Díaz y Diego Ferreira). Con campo y tiempo, estos dos jugadores, muy lúcidos en cada intervención, se cansaron de mandar pelotas al vacio para los dos delanteros (Wason Rentería y Wilberto Cosme), dueños de ingredientes típicamente colombianos: buena técnica, mucha potencia y explosión.
Tuvo, Millonarios, al menos cinco jugadas claras de gol en la primera etapa: una a los dos minutos, con un remate de Cosme que Paparatto salvó en la línea; luego, un remate de Candelo, de zurda, que salió al lado de un palo; una llegada de Rentería frustrada por Donatti y dos remates desde afuera, de Otálvaro y Cosme, que se fueron cerca. Una gráfica muestra de la superioridad visitante.
Tigre extrañó a Botta, expulsado ante Cerro. Pérez García, su reemplazante, se mostró participativo pero poco fino para resolver. A los ya mencionados problemas de los volantes centrales, se sumó que Orban, como volante por izquierda, quedó a medias: no terminó de defender y, por características, le costó sumarse al ataque. Los de Gorosito sólo arrimaron peligro con remates desde afuera del área (uno de Díaz y otro de Pérez García) que no llevaron mayores problemas al arquero Delgado.
En la segunda mitad, Millonarios bajó la intensidad y le regaló el protagonismo a un Tigre que, sin ideas, redondeó una actuación similar a las del torneo local, en el que aún no ganó. Millonarios se replegó y jugó al compás de Yhonny Ramírez, un volante central muy interesante, con mucha ubicación y panorama que siempre jugó la pelota redonda. Casi sin situaciones de riesgo en esa etapa, ambos parecieron acordar las tablas. A los colombianos, el empate los hace sentir cerca de la final. A los argentinos, los deja con la esperanza de un gol en Bogotá que los ponga en una instancia aún más histórica.